Hay una morera en Cangas
en el atrio de la iglesia,
que sigue agarrada al suelo
convencida y tesonera; le quemaron
las entrañas y con solo las cortezas,
logró revivir y dar sombra
un montón de primaveras.
Allí aguanta altiva su infortunio y su grandeza.
Y si contarnos pudiera la morerita sus penas...
quizás llorar nos hiciera
de tan hondas y tan negras.
¡Está tan cerca del mar!
Que con sus verdes hojas nos anuncia
que el nordeste está al llegar.
La recuerdo allí siempre siempre.
Y cada año la visito y le digo ¡QUE GUAPA ERES!
B.G.T
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